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miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Comandante Ana": Historia de una extradición


De Fujimori, Cecilia Núñez Chipana dice: "¿A quién le importa lo que digan el resto de los presidentes latinoamericanos de él? ¡Ellos no saben cómo es Perú! ¡No saben de la pobreza, no saben del hambre que pasa mi pueblo!". Cecilia baja la voz, hace una pausa y continúa: "Lo que digan de Fujimori está demás. Fujimori ha logrado una "paz" a golpes...y así no sirve".

Sindicada como autora de la explosión de varios coches bomba en la capital peruana y militante de Sendero Luminoso, también se le adjudican cuando menos 34 muertes y como responsable de 10 asesinatos "selectivos", entre quienes se cuentan dirigentes vecinales, policías, y militares, de 18 atentados dinamiteros y de 58 acciones armadas entre 1992 y julio de 1994.



     Si a usted le mencionan los alias de "Comandante Ana", "Camarada Ana" "Lucía" o "Elena", identifica al personaje pero pocos reconocen el nombre de Cecilia Rosana Núñez Chipana.

    La "Comandante Ana", 31 años, fue detenida el 16 de febrero de 1998 en Caracas por agentes de la DISIP, cuando ingresaba al centro de adiestramiento donde dictaba clases de tareas dirigidas. Está acusada de cometer actos terroristas en Perú y ser militante del grupo subversivo Sendero Luminoso. También la señalan como entrenadora de guerrilleros pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En cambio, Cecilia Rosana se presenta como una maestra de primaria, que fue activista política durante sus años de alumna de la Universidad San Marcos de Lima, a través de los llamados Tercios Estudiantiles, suerte de centros de estudiantes venezolanos. Desde marzo está recluida en una celda del INOF, en Los Teques. Espera su extradición a Perú, decisión que tomará en los próximos días el gobierno venezolano.

    La "Comandante Ana" esta sindicada por la Dirección Nacional Contra el Terrorismo en Perú (DICONTE) como autora de la explosión de un camión con 400 kilos de dinamita, en el jirón Tarata. El auto había sido robado e 15 de julio de 1992. El atentado sucedió el día 16 de julio de ese año, a las 09:00 P.M. La acción dejó 24 muertos y 168 heridos. Ese fue el corolario de una cadena de violencia antecedida por la explosión de otros dos autos que estallaron en esa zona durante esa misma noche, cercana a la Avenida Miraflores, en el centro de la capital peruana. La explosión del camión también ocasionó la destrucción de los edificios El Condado, San Pedro, Tarata, Residencial Central,  y San Carlos.

     Según informes del gobierno peruano y su expediente, la "Comandante Ana" o "Camarada Ana", como también se le conoce, lleva tras de si cuando menos 34 muertes y el asesinato "selectivo" de 10 personas, entre quienes se cuentan dirigentes vecinales, policías y militares, así como de 18 atentados dinamiteros y de 58 acciones armadas entre 1992 y julio de 1994.

     Núñez de Chipana es de baja estatura, ojos semirasgados, morena, cabello lacio, manos delicadas y hablar pausado. En entrevista exclusiva con EL Nacional, en su centro de reclusión, niega su vinculación con los hechos terroristas pero acepta su activismo político. "Yo participé activamente en manifestaciones, marchas, protestas, para obtener ciertos beneficios, participaba constantemente en manifestaciones políticas en Lima".

     La acción de la que se le acusa, según informaciones de prensa, estuvo planificada por otros cinco integrantes de Sendero Luminoso, además de "Ana". Entre ellos se encuentran Pedro Porta Muñóz, alias "Nicolás" o "Mariano" (fallecido); Carlos Aguirre Dávila (fallecido); Juanito Orozco Barrientos (detenido) y Luis Ayala Balbín alias "Lucho" (detenido). Los terroristas pertenecían al llamado Ejército Guerrillero Popular (EGP), Destacamento Especial 12, del Comité Zonal de Sendero Luminoso. Pero pese a todo lo que se le acusa y con todo lo que está pasando, ella es capaz de decir sin prurito de su presidente, Alberto Fujimori, que él "ha logrado una paz entre comillas", pasando por encima los buenos comentarios de los presidentes latinoamericanos, que lo aplauden por haber acabado con Sendero Luminoso. "¿A quién le importa lo que digan de él el resto de los presidentes latinoamericanos? ¡Ellos no saben cómo es Perú! ¡No saben de la pobreza, no saben del hambre que pasa mi pueblo!".- Cecilia baja la voz, hace una pausa y continúa: "Lo que ellos digan de Fujimori está demás. Fujimori ha logrado una "paz" a golpes...y así no sirve".


 Conciencia Libre

     Cecilia Rosana es la octava de 10 hermanos. Es madre soltera y tiene un hijo llamado Alejandro que pronto cumplirá cuatro años. Su hijo está en Lima, Perú, con sus abuelos. Desmiente así las afirmaciones que dice que está casada y que protege a su esposo, quien también es, supuestamente, militante comunista de Sendero Luminoso. De su condición de madre soltera, dice: "Yo asumí la responsabilidad de mi maternidad. Su padre no ha estado en ningún momento con él ni conmigo". Al padre de Alejandro, lo conoció cuando estudiaba en la universidad para graduarse de maestra, pero él cursaba materias en otra casa de estudios destinada a la ingeniería.
Para el momento de esta entrevista, acomodó una improvisada sala cerca de su celda del INOF. Una llovizna pertinaz y un cielo oscuro cubrió el ambiente. Vestía unos jeans, mocasines y una camisa impecablemente blanca. Se quejaba del malestar que le causaba una extracción de muela, sin embargo, estaba tranquila y hablaba sin sobresaltos, pese a que dos guardias nacionales vigilaban en todo momento la entrevista. A ellos, los guardias, les han dicho que tengan cuidado con ella, pues es capaz de "volarles la cabeza". Es la primera vez que se le efectúa una entrevista desde que fue capturada el 16 de febrero de 1998 y la primera visita de alguien ajeno a su familia o su abogado. No podía conceder declaraciones a la prensa, según órdenes estrictas. Sin embargo, una que otra palabra  se pudo colar mientras era trasladada a los tribunales.

     De la prensa refirió que algunos la han tratado mal, pues han publicado informaciones que no se atienen a la verdad. "Muchas de las informaciones son falsas, son mentiras; eso, definitivamente, me afecta". Sus hermanos -los únicos que tiene en Venezuela- Jorge y Leonor Núñez Chipana, le llevaron comida y algunas cosas de uso personal. No es día de visita, pero solicitaron una autorización para hablar con ella. Era sábado y pese a que llovía, el ambiente era colorido, lleno de música a todo volumen. Los fines de semana las reclusas encienden un equipo de sonido y bailan entre sí. Desde vallenato a salsa y boleros, se mezclaban con las voces de las internas.

     A la "Comandante Ana" -alias con el que no le gusta que la llamen, pero que las internas del penal y los propios guardias insisten en nombrarla- , le han prohibido cualquier tipo de contacto con el resto de las presas. Permanece todo el día encerrada en una celda mediana, protegida por dos grandes candados aparte del picaporte; de cuando en cuando le permiten salir al patio, pero no puede cruzar siquiera una mirada con las presas. "Es algo absurdo.-comenta con una sonrisa burlona.- Ellos creen que soy capaz de lavarles el cerebro, mover masas o algo parecido. Creen que soy capaz de convencerlas para organizar, me imagino, una revuelta o algo similar. Es algo tonto", concluye. Sin embargo, no pierde la comunicación. Las reclusas la aprecian, con todo y que pueden ser castigadas si las descubren "con la gracia". La saludan a través de una ventana y una de las internas, una negra feliz de largas trenzas, pasa por la ventana junto con otras tres y le grita: "¡Pana mío! ¡La Comandante Ana es pana mío". En su celda no hay ventanas, pero logran pasarle cosas o mensajes bien sea hablados o escritos. El primer día que ingresó, una de las reclusas le quiso prestar una radio y le preguntó a uno de los guardias si podía enviársela, pero según contó Núñez Chipana, el soldado tiró el aparato al piso creyendo que era una bomba. Dice que los guardias nacionales sacuden cerca del oído hasta las manzanas para saber si llevan algo dentro.
- Cecilia, sabe bien que dentro de poco será extraditada, pese a que aún no se ha hecho pública el acta con la medida. También es consciente de que se le imputan graves cargos por su supuesta vinculación con la guerrilla y por cruentos actos terroristas en Perú, ¿usted esperaba esto?.- La mujer mira al piso un rato, pero alza después la vista y responde: "Fujimori me quiere en Perú, la policía peruana me quiere allá, han hecho lo posible para que eso suceda".
- Si es supuestamente inocente de todos los cargos, si aparentemente no esta ligada a Sendero Luminoso, entonces ¿por qué le acusan?
- Yo no soy la única que se encuentra en una situación similar a la mía en Perú. Además, recuerda que yo participé activamente en acciones políticas en mi país. Cuando ocurren hechos como el de Tarata, algo además horrible, se busca un culpable .-explicó.- Las policía y los medios de comunicación dicen: Atrapamos al autor del coche bomba. Atrapamos al autor de equis acto terrorista y culpan a cualquiera, buscan un culpable, porque saben que la gente rechazara, odiará a la persona que ocasiono actos tan abominables como los que quieren hacerles creer a las personas que yo hice.

Activista política en la Universidad de San Marcos

     Cecilia Rosana participó desde muy joven en movimientos de acción popular en su ciudad natal, Lima. Desde que ingresó en la universidad en 1985, sintió la necesidad de cambiar su realidad y militaba activamente en los tercios estudiantiles. donde se inició. Perteneció, además, a un movimiento de amas de casa que buscaban la aprobación gubernamental del vaso de leche popular y también para la formación de bibliotecas populares, donde también laboraba como secretaria. Fue, asimismo, actriz de un grupo de teatro popular que presentaba obras en asentamientos pobres, barrios y comunidades de personas humildes. Sus obras eran de un alto contenido político en contra del gobierno. recorrió gran parte del país con sus presentaciones. Las obras eran organizadas por ellos mismos y analizaban la reacción del público después de cada una de ellas. Recuerda con agrado su participación en los teatros populares. La que más recuerda es una obra intitulada "El Collar", escrita por un conocido catedrático de Lima. En la obra, ella representaba a una indígena anciana. "La obra consistía en una chica humilde, de pueblo, donde la burguesía la señala de un robo que no cometió. La indígena anciana, que yo representaba, contaba la historia y era como la conciencia del pueblo, de las gentes...es una obra que recuerdo con agrado y especial cariño. También sacábamos historias de la vida real que llevábamos después a escena". La reacción del público no se hacía esperar, rememora, incluso las personas le gritaban a la campesina de la obra, quien supuestamente robó, que no permitiera esa injusticia. "¡No te dejes! ¡No te dejes!, gritaba la gente. Es la obra que ahora recuerdo...".

     Cecilia participó en protestas, marchas y otras manifestaciones estudiantiles, que tenían por objeto evitar que le quitara la autonomía a la universidad. Fueron marchas que terminaron disueltas por la policía rompe manifestaciones, la cual utilizaba a "pinocho", que es la homóloga de la conocida "ballena" venezolana. "Pinocho" lanzaba agua y pintura de colores. Los estudiantes se defendían como podían, según como ella misma relató; lanzaban piedras y corrían en todas las direcciones para escabullirse de la policía. "En aquel entonces no usábamos capuchas, todo lo hacíamos sin miedo". Su astucia se refleja en la decisión que tomó en una oportunidad, para evitar que fuera atrapada por la policía antimotines, durante una protesta callejera. Mientras sus compañeros iban en dirección contraria a la policía, ella caminó hacia ellos en actitud confiada y desprevenida. "Sabía que si corría lejos de ellos me atraparían, así que decidí caminar hacia los policías, pues la rompe manifestaciones perseguía a quienes corrían...no me atraparon".

     La imagen que refleja Cecilia o la "Comandante Ana", dista mucho de la idea que uno se hace de una terrorista de Sendero Luminoso, pero es capaz de tomar decisiones fuertes.

     Su participación en tales manifestaciones y movimientos, fueron la causa para que viviera prácticamente en la clandestinidad durante tres años. El gobierno de Fujimori sabía a la perfección que militaba en contra del sistema que el había impuesto. Cecilia relata que no pudo ejercer a plenitud su profesión de maestra. Para poder sobrevivir dictaba clases particulares, lavaba ropa ajena, vendía cosméticos y un sin fin de trabajos más. "Yo no podía ejercer mi carrera en una escuela o colegio o buscar un trabajo normal como una persona normal, en cualquier sitio. Corría el peligro de que la policía me encontrara".

Surge, entonces, la pregunta obligada:

- Si usted sabia que su participación en actos de ese tipo, en contra del gobierno, le acarrearía problemas como, por ejemplo, que la sindicaran de terrorista de Sendero Luminoso ¿por qué se arriesgó a ello?
Cecilia no titubea y responde con rapidez:
- Porque mi país lo requería, porque están pasando cosas en Perú que la gente de otros lugares no sabe. Es una lucha de conciencia, teníamos que concienciar a la gente, a los estudiantes, para que se dieran cuenta de su realidad. El caso de la universidad, por ejemplo. Nosotros, los estudiantes, luchábamos para que no perdiera su autonomía y, sin embargo,  perdimos la batalla, porque la universidad dejó de ser autónoma. Yo participaba porque era un acto de conciencia un acto para concienciar a la gente.
- Entonces, las autoridades tienen razón en no permitirle el contacto con el resto de las personas, con las reclusas,  porque entonces si mueve masas.- Cecilia frunce el ceño y contesta visiblemente molesta:
- Sería iluso pensar que uno no es capaz de concienciar a la gente; seria iluso pensar que yo no puedo hacerlo. Es absurdo que digan que yo voy a hacerle daño a las personas si las conciencio, si les hago ver la realidad. Es algo totalmente absurdo...

     Su hijo Alejandro nació en Octubre. A los pocos meses de nacido, Cecilia abandonó su patria. El argumento que esgrime es la persecución del gobierno peruano, a la clandestinidad en la que vivía sumida y destacó que bajo esas condiciones no podía ofrecerle  algo mejor a su hijo ni ella podía vivir. Decidió marcharse y dejar a Alejandro bajo la tutela de sus padres. El niño no los conocía siquiera, pero Núñez Chipana estaba segura y era consciente de que lo cuidarían bien.

     De sus padres dice: "Son personas nobles, me ofrecieron lo mejor. Mi padre es un hombre que aunque no culminó los estudios, hizo lo posible para darme a mi y a mis hermanos educación y cariño. Mi padre es muy tranquilo, mi madre es más fiestera y muy cariñosa. Rondan ambos ya los 80 años, pero son personas vitales".

     Sobre las informaciones de prensa y sobre todo lo que está pasando, manifestó que toda su familia se está viendo afectada por ello y que sus padres han sufrido mucho con esta situación.

     Cecilia Rosana salió en Octubre de 1997, desde la localidad de Jorge Chávez utilizando el pasaporte de una de sus hermanas, María Núñez. Su objetivo era Venezuela. Se trasladó en un avión de la aerolínea Avianca. Hizo una escala en Quito, Ecuador; después llegó a Bogotá y de allí se dirigió hasta Cúcuta. Su meta era ingresar ilegalmente al país. Al bajar en la terminal de Cúcuta, la interceptó un "pasadero". El "pasadero" es un individuo que permite ingresar ilegalmente a los inmigrantes a Venezuela. Se encarga, además, de tramitar los documentos correspondientes y de "hablar con los guardias para que no pongan muchos reparos".

     El "pasadero" que le tocó a la "Comandante Ana" era veterano en esas lides. Cecilia fue trasladada hasta San Antonio del Táchira, allí permaneció un día y medio, mientras el hombre que la ayudaba a entrar ilegalmente al país, le tramitaba los sellos en el pasaporte. Por todos los trámites y por pasarla a Venezuela, le cobraron 150 dólares...Admite que tuvo miedo y que en cada alcabala el corazón le saltaba, pero era sagaz. Se quedaba dormida cuando pedían documentos. Ya casi todo estaba listo, todo parecía indicarle que había conseguido su meta y por vía terrestre, llegó a Caracas.

Joven e indocumentada

    Núñez Chipana llegó a Caracas durante los primeros días de Octubre. Se residenció en una pensión ubicada en la Esquina de Tablitas en la Avenida Lecuna, marcada con el número 28-1.

    Vivió con sus hermanos Jorge y Leonor. Mientras estuvo desempleada, ayudó a su hermana en la venta de zapatos, trabajo que no le satisfacía del todo. Así que pensó en tomar un curso de manualidades o algo parecido, para colaborar. También pensó en la posibilidad de estudiar otra carrera. Pensaba también en traer a su hijo.

    Pasó dos meses y medio sin trabajo, pero cerca de donde residía existía un centro de adiestramiento ubicado en la esquina de Palmita a Concordia; alguien le informó que allí dictaban clases de manualidades, así que se trasladó allá para buscar información. Por casualidad, vio un letrero que decía que se solicitaba una maestra para dictar clases en el programa de tareas dirigidas. Cecilia era consciente de que no tenía la reválida de su título, ni ningún documento que la acreditara como maestra, pero se arriesgó a consultar con el director Alberto Sequera.

    En el centro urgía un docente, porque algunos se habían retirado y el director la aceptó debido a eso, pero bajo la condición de que lo más pronto posible consignara sus documentos. "Pensé que ya había acomodado mi vida. Tenía un empleo que me llenaba. Trabajar con niños es hermoso .-comentó.- creí que era el final de la angustia".

    Laboró en el centro durante pocos meses. Recuerda a sus alumnos con aprecio, sobretodo a un chico de nombre Jesús Eduardo y a su madre.

    El idilio para ella terminó un lunes 16 de febrero de 1998. Tenía que asistir por la mañana para dictar clases y llevaba quince minutos de retraso. Sus alumnos le habían tomado cariño y debido a su tardanza, los alumnos le reclamaban entre risas.

    Cecilia no había terminado de entrar al centro, cuando un hombre la llama. Ella giró la cabeza y pensó que era alguno de los padres de uno de sus estudiantes. Preguntó qué deseaba y el hombre se identificó como un agente de la DISIP y de inmediato le comunicó que estaba detenida.

- ¿Qué le pasó por la mente cuando el agente le informó que estaba detenida?
- Creí que me detenían por los papeles, porque había ingresado ilegalmente al país. Nunca imaginé que era por cargos del gobierno peruano. Estaba desconcertada.

    Núñez Chipana fue trasladada hasta la sede de la Disip en El Helicoide. Allí fue sometida a interrogatorio y fue cuando se dio cuenta de la razón de su detención. Uno de los comisarios tiró sobre la mesa las copias de los documentos del gobierno peruano, que la acusaban de terrorista, militante de Sendero Luminoso y autora de varios atentados en Lima. Sus ojos se posaron fijamente en los papeles. "Tuve miedo", confesó después. Ella negó todos los cargos que la acusaban. Negó también en todo momento su vinculación a ese grupo y de ser la autora de tales atentados. "La intención inicial era extraditarme de una vez a Perú, sin mayores intermediaciones. Sin embargo, intervino un fiscal y la medida no se llevó a cabo, pero la intención era enviarme de una vez a mi país".

     El mismo día que la detuvieron, una comisión de la dirección de inteligencia venezolana, efectuó un allanamiento o requisa en la casa donde convivía con sus hermanos, episodio que reveló Leonor Núñez. Leonor afirma que entraron con una orden que no fue emitida por un juez, por lo tanto, no era legal. "Entraron y revisaron todo y preguntaron dónde estaba la habitación de Cecilia .-explicó Leonor.- Pensábamos que nos allanaban por cuestiones de los "papeles". No nos explicaron nada, entraron en la habitación de mi hermana y encontraron un periódico con la foto de Chávez. ¡Nosotros qué íbamos a saber de ese periódico! ¡En mi casa siempre se compra el periódico!". Leonor contó que tomaron fotografías y su sorpresa fue mayor cuando en la prensa aparecieron informaciones que señalan que la Disip había encontrado armas en la habitación de Cecilia, planos, panfletos subversivos y literatura marxista. "¡Eso es mentira! ¡Todo es mentira! Es una injusticia que están cometiendo con  mi hermana", defiende.

    La "Camarada Ana" fue recluida en una celda que ella describió como austera, sin ventilación y con una cama. En el lugar se iba a veces la electricidad y tenía que aguantar mucho calor, dijo.

Cecilia manifestó que aunque no la torturaron físicamente, sí estuvo sometida a tortura psicológica. Contó que había un funcionario que pasaba por las noches y decía con voz lúgubre: "Me perteneces, tengo tu alma, vas a morir".

    "Constantemente me repetían que iba a ser extraditada y que en Perú me iban a matar. Decían a cada rato que era guerrillera, terrorista y muchas cosas más. Tuve miedo, estaba asustada. También tuve el temor de que me violaran, así que estuve alerta...Después los comentarios de los funcionarios y las bromas que me hacían a cada rato, me parecían ridículas. A cada instante se reían de mí, se mofaban".

     No obstante, reconoce que hubo funcionarios que la trataron bien, especialmente los de rangos bajos. Las personas que limpiaban y que preparaban la comida, hacían lo posible para que comiera y estuviera bien. "Fue gente muy amable. Me traían comida calentita, la mejor presa, lo mejor para mí".

     El viernes 15 de mayo, en horas de la tarde, fue trasladada al INOF bajo fuerte medidas de seguridad. A todos les habían dicho que permaneciesen alertas. Reconoce que aunque la prisión es menos austera que la de la DISIP y el trato es más amable, no deja de sentirse triste y aislada.

     La "Comandante Ana" no llora, por lo menos no delante de la gente; Cecilia Rosana lo hace a escondidas, en su cuarto y, a veces, frente a sus hermanos, de resto, prefiere "no darle el placer a los demás", dijo.

     Refirió que la sacan una vez al día al patio. En principio salía custodiada por la directora y un guardia. Después con un guardia desarmado. Pero desde que la Corte Suprema de Justicia venezolana tomó la decisión de extraditarla el día miércoles 10 de junio, las medidas para custodiarla son más severas. Dijo que tiene que exigir que la saquen al patio, pues ha ocurrido que en varias oportunidades ha pasado  dos o tres días encerrada en su celda.

     Del día que conoció la sentencia, recuerda flaqueando un poco la voz: "Ese día estaba contenta porque salí al patio y había un clima y un ambiente bonito y agradable. Me sentía bien, feliz y cuando volví a la celda me sentí reconfortada. No pensé que eso me sucedería, de verdad...que no lo imaginé...".

     Una vez que se efectuó la sentencia, las medidas de seguridad se duplicaron. Antes también era igual, pero según comentó Núñez Chipana "ahora es peor". Relata cómo los soldados se "cuadran" frente a ella para saludarla, al igual que las reclusas. Hasta un comandante que fue a visitarla le dijo en tono jocoso: "Bueno, ahora sí podemos decir que estamos entre comandantes".

     "A cada rato rastrillan el fusil, el FAL frente a mí, como para demostrarme que tienen poder o algo así. Salgo con seis soldados que me custodian. Hasta las reclusas se ríen de las conductas ridículas y hasta cómicas de los guardias. Realmente no sé qué piensan. Yo no tengo ni la estatura ni la habilidad que tienen ellos, como para pensar en escaparme. Se subestiman ellos y me sobreestiman otorgándome habilidades que no poseo".

     Cecilia desconoce cómo va a ser trasladada hasta Perú, quiere que eso no suceda; dice que sabe que la van a matar. Quiere ver a su hijo, pero "no de esta manera".

- ¿Qué piensa de su gobierno? ¿Qué piensa de Fujimori?.- Sus cejas vuelven a fruncirse y responde de malhumor:
- Esto que me está haciendo el gobierno peruano es una injusticia. En mi país se cometen infamias y hay que luchar para que la infamia no siga...Yo quiero que mi país cambie, que Perú no sea lo que e hoy en día. Fujimori no ha conseguido nada. La violencia no se resuelve con violencia. Lo que él tanto le criticaba a Sendero Luminoso, es lo que está haciendo hoy día. En mi poca experiencia como maestra, pude confirmar que sólo con amor se solucionan las cosas, no así amiga, así no...

     Al final de la entrevista, Cecilia observa unas fotos de su hijo, las cuales le ha traído Leonor para que ella las conservara. En las fotografías el niño no ríe, permanece serio.

     Ya sin la tensión de las preguntas, conversa con sus hermanos y su abogado, Marino Alvarado, quien constantemente le sugiere que "no muestre debilidad". Dentro de poco, ella, la "Comandante Ana" o Cecilia Rosana, será extraditada. Parece resignarse, aún cuando sus abogados bregan por obtener la medida de asilo en otro país. Se consideran Canadá o Alemania; Cecilia menciona la posibilidad de Cuba y Marino sólo contesta que "es probable". Se cierra la celda, Cecilia aguarda, pero Fujimori no...y ella lo sabe.

En Caracas, 15 de junio de 1998

sábado, 2 de noviembre de 2013

"Madurando" la suprema felicidad

    No deja de sorprenderme (y de alucinarme, según se tercie) los métodos y las arengas políticas y las palabrerías, suerte de cantinflada (nótese: la Real Academia Española de la Lengua, RAE, describe "cantinflear" como el insano vicio de hablar mucho y decir poco o nada, propio de nuestros políticos bien sea de derecha, izquierda, arriba, abajo y al centro) y de nuestros celebérrimos pero no bien ponderados de criterio, políticos suramericanos. El presidente Nicolás Maduro ha "decretado" la Navidad por adelantado para proporcionar la "felicidad suprema y temprana"...Leí la noticia y no pude evitar que llegara a mi mente la imagen de un chino. Si. Un chino. Pero después se me estremeció el cuerpo y no pude sino pensar en Pol Pot (¡¡¡brrr!!!); y es que a mi estas historias de la felicidad suprema y no sé qué demás cuentos, me aterran y me asustan, porque suenan a secta de los últimos días, a campaña militar china o pero aún: a Corea del Norte donde todo se hace para "la suprema felicidad del pueblo" o eso dicen ellos. Aunque razón no les quito a estos coreanos del norte: después que te pegan el tiro en la nuca, no te queda sino sonreír y hasta reírte, porque por fin toda la mierda de vida vivida en esa nación se acabó.

   Lo más rocambolesco no es que Maduro declare la "felicidad suprema" sino que haya un pueril ser que se crea este cuento chino, cual tripón en época navideña por aquello de que el Niño Jesús, y San Nicolás y Papá Noel o los muy "hispanos" Reyes Magos existen. Yo, por suerte, dejé de creer en muchas cosas hace tiempo. Incluso creo que Venezuela, esta, la de ahora, no la de antes, no existe, que es un invento, que es un teatro de actuaciones de prueba bizarro que los marcianos han puesto y en donde se experimenta sobre la capacidad de ser gafa de la gente (gafa, dícese de la persona boba, tonta, retrasada, inocente y etc., etc., etc.)

    No sé si alguien lee o leerá esto, pero yo en lo único supremo que creo, es en disfrutar de las melodiosas voces de The Supremes, tomando un martini seco y teniendo un negro con un plátano verde (que no maduro) de 30 centímetros...que con eso si os digo que se llega a la "felicidad suprema".