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sábado, 2 de noviembre de 2013

"Madurando" la suprema felicidad

    No deja de sorprenderme (y de alucinarme, según se tercie) los métodos y las arengas políticas y las palabrerías, suerte de cantinflada (nótese: la Real Academia Española de la Lengua, RAE, describe "cantinflear" como el insano vicio de hablar mucho y decir poco o nada, propio de nuestros políticos bien sea de derecha, izquierda, arriba, abajo y al centro) y de nuestros celebérrimos pero no bien ponderados de criterio, políticos suramericanos. El presidente Nicolás Maduro ha "decretado" la Navidad por adelantado para proporcionar la "felicidad suprema y temprana"...Leí la noticia y no pude evitar que llegara a mi mente la imagen de un chino. Si. Un chino. Pero después se me estremeció el cuerpo y no pude sino pensar en Pol Pot (¡¡¡brrr!!!); y es que a mi estas historias de la felicidad suprema y no sé qué demás cuentos, me aterran y me asustan, porque suenan a secta de los últimos días, a campaña militar china o pero aún: a Corea del Norte donde todo se hace para "la suprema felicidad del pueblo" o eso dicen ellos. Aunque razón no les quito a estos coreanos del norte: después que te pegan el tiro en la nuca, no te queda sino sonreír y hasta reírte, porque por fin toda la mierda de vida vivida en esa nación se acabó.

   Lo más rocambolesco no es que Maduro declare la "felicidad suprema" sino que haya un pueril ser que se crea este cuento chino, cual tripón en época navideña por aquello de que el Niño Jesús, y San Nicolás y Papá Noel o los muy "hispanos" Reyes Magos existen. Yo, por suerte, dejé de creer en muchas cosas hace tiempo. Incluso creo que Venezuela, esta, la de ahora, no la de antes, no existe, que es un invento, que es un teatro de actuaciones de prueba bizarro que los marcianos han puesto y en donde se experimenta sobre la capacidad de ser gafa de la gente (gafa, dícese de la persona boba, tonta, retrasada, inocente y etc., etc., etc.)

    No sé si alguien lee o leerá esto, pero yo en lo único supremo que creo, es en disfrutar de las melodiosas voces de The Supremes, tomando un martini seco y teniendo un negro con un plátano verde (que no maduro) de 30 centímetros...que con eso si os digo que se llega a la "felicidad suprema".

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