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jueves, 19 de mayo de 2011

El Caballo de Troya de la Spanish Revolution

Como Caballo de Troya,así se ha presentado la Spanish Revolution en la escena mundial. Las asambleas para discutir y decidir las cuestiones y objetivos a proyectar para la búsqueda de soluciones, ante un panorama político y económico complejo, se suscitan por doquier. Desde la Plaza del Sol de Madrid, hasta las más pequeñas ciudades, estas asambleas, este movimiento, causan un miedo palpable en los partidos políticos, un miedo a perder escaños y fuerza en la población. Desde luego, fuerza han perdido por su falta de credibilidad y la falta de herramientas para solucionar las altas tasas de desempleo y, sobretodo, la ausencia de una verdadera intención de gestionar los recursos de manera que sea equitativa. Los partidos políticos y la banca, ven con resquemor tales acciones. Por todo ello, la Junta Electoral ha decidido sentenciar la ilegalidad de las manifestaciones en todo el territorio español los días previos a los comicios locales y autonómicos, toda una maniobra que el gobierno del PSOE podrá fácilmente solucionar sin crear todo un desbarajuste social y quejas por parte de los manifestantes. Esta medida es, sin duda, la mayor muestra de la politización de los estatementos.
Ejemplo de tales asambleas, fue la que ocurrió en la distante localidad de Mahón en Menorca. Un grupo bastante representativo de la sociedad menorquina, se reunió en la simbólica Plaza de La Conquista para convocar una cacerolada. Gente joven, mayores, inmigrantes, trabajadores, gente en paro, estudiantes, han decidido decir "basta" al sistema político y social que ha impedido a la generación mejor preparada de España, tener futuro. La asamblea transcurrió pacíficamente y en la cual todos han tenido voz y voto. La mayoría se comunicó y se enteró a través de las redes sociales, a excepción de la gente de más edad que aún encuentra cierta resistencia a las nuevas tecnologías. No obstante, y pese a ello, mucha gente mayor se adhirió a la asamblea.
La nuevas tecnologías y la irrupción de las redes sociales han hecho posible la democratización de los medios de información para menoscabo de aquellos "tradicionales" en los cuales se ha manipulado la dinámica de las movilizaciones tachándolas de "botellones" y "fiesta de perroflautas", para deslegitimar las solicitudes. Se han puesto etiquetas y estigmas para llegar a tales conclusiones, pero la batalla contra el letargo no tiene rostro ni tiene color y han hecho posible que gente que nunca se había manifestado, se manifieste. Lo más irónico es que los principales críticos y que se creen con la propiedad de la razón, son aquellas personas e intelectuales del Mayo del 68 y sus herederos. Tiempo al tiempo y veremos quién tiene la razón.

miércoles, 18 de mayo de 2011

No es el país de mis sueños...

Un reciente estudio del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset ha dejado palpable el malestar de un porcentaje de hijos de inmigrantes que no ven a España como el país ideal para vivir. No especifica las causas de esta conclusión, pero me aventuro a pensar que es por el alto grado de xenofobia y racismo que impera en la sociedad y que el gobierno y sus estamentos con todas sus medidas de falsa integración, no han podido erradicar.
Esta es una triste realidad. El dilema del hijo del inmigrante o del hijo que es arrancado de sus raíces, es altamente negativo y frustrante que se acrecienta con el paso del tiempo y se agudiza aún más si el país recibidor posee una sociedad cerrada al cambio y poco permeable ya no sólo a nuevas culturas, sino también a nuevos rostros.
Recuerdo mi llegada a España hace once años. En España palpé como en ninguno otro país, el gran martillo del racismo primero y la xenofobia después, situación que se agudiza aún más en zonas o regiones pequeñas. Recuerdo cómo la gente de la isla miraba con extrañeza primero, resquemor y asco después, a algunos inmigrantes, sobretodo les llamaba la atención las personas con rasgos indígenas. Es obvio que lo extraño llame la atención, pero lo destacable es el rechazo a cualquier forma de presencia que no sea compatible con sus rutinarias costumbres. Desde luego, este no es un fenómeno exclusivo.
Toda esta circunstancia crea un círculo lesivo que conlleva la falta de integración del inmigrante y el posterior rechazo del nacional por aquél por no hacerlo. El gobierno español ha llevado a cabo medidas y acciones destinadas a fomentar no sólo la integración sino la comprensión y la flexibilidad por parte de los ciudadanos hacia estos nuevos y drásticos cambios demográficos, cuyos orígenes se encuentran en el enquistamiento de la miseria, la violencia y la corrupción política de sus países de origen. Tras la búsqueda de mejores formas de vida, se ven empujados los inmigrantes a salir de sus países. La realidad golpea inequívocamente y acometer este fenómeno con la frase fácil "yo no soy racista, pero..." es suprimir la verdadera razón: El negacionismo del racismo y la xenofobia es un arma políticamente correcta en España.
A tenor de las elecciones municipales y autonómicas recientes, los inmigrantes vemos con mucha preocupación el crecimiento de partidos xenófobos en algunas poblaciones, como es el caso de Salt en la comunidad catalana y otros ayuntamientos más de la misma región. No es difícil ver que el crecimiento de estos partidos legales es el reflejo de lo que se ve en la cotidianidad. Muchos nos preguntamos, si las tornas giraran y España, un país que ha sido siempre exportador de inmigrantes, sufriera nuevamente una crisis tal, que como otrora, tuviera que salir esa mano de obra que emigró hace años y se instaló en muchas partes del mundo. Sólo me preguntó, con qué argumento jugarán esta vez, para justificar su comportamiento hacia lo diferente, lo lejano y hacia todo aquello que ellos consideran miserable.

martes, 17 de mayo de 2011

La mendicidad programada

Así como existe la obsolescencia programada, también existe una nueva figura por parte de muchos gobiernos en muchas partes del mundo: La mendicidad programada. Esta figura ha ido creciendo en la medida en que se ha ido depauperando el poder adquisitivo y el crecimiento cualitativo de la población en materia de formación para su independencia. En la medida en que se ponen obstáculos al estado de bienestar y al crecimiento y mantenimiento de la clase media, los gobiernos instauran un estado de gran capa de absurda y políticamente correcta filantropía, tal que Ogro Filantrópico, con la intención de justificar sus acciones: Permitir que la gente siga en el círculo de la miseria es conseguir que ellos estén más tiempo en el poder. Una población formada e independiente, requiere más argumentos, menos milongas y más estado de bienestar, pues nadie está dispuesto a arriesgar lo que se posee. Este mecanismo es fácilmente palpable en los países en vías de desarrollo y naciones subdesarrolladas. Los gobiernos y sus estamentos no dan las herramientas necesarias para que la población tenga un acceso real al estado de bienestar, prefiere más bien ofrecer migajas y envolverlas en un falso papel de regalo que son las ayudas sociales, de esta manera, perpetúan el discurso de izquierdas en la mayoría de los casos y de derechas culpando a la izquierda. No es extraño en esos países y regiones tal implementación, lo que es extraño y preocupante, es que este sistema se esté instaurando en países desarrollados. Este fenómeno ha ido haciendo camino en algunos países, del cual España, tristemente, es su principal exponente. Se aplican ayudas sociales a todo y para todos, sin mirar si realmente se necesitan en algunos campos y sin estar al tanto o analizar otras opciones y otras alternativas. Esto deja claro y deja ver sus incapacidades como gobernantes y administradores del erario público. Esta incapacidad ha quedado patente, refleja, en los últimos doce años. Para los gobiernos y su muy alargada sombra de burocracia, es más fácil crear comisiones, ministerios, oficinas, departamentos, destinados a crear una gran red de falsas "ayudas sociales" que perpetúan la sensación de inutilidad en la ciudadanía, hasta el punto de hacerles creer que sin el Estado no se llega a ser nadie.
Esta realidad se ha vuelto lamentablemente cotidiana. Citemos el caso de los inmigrantes. La política migratoria española ha sido y está siendo letal para la convivencia, el desarrollo y la independencia de la comunidad inmigrante. La inmigración resulta positiva, altamente positiva. Las naciones más importantes del mundo y tecnológicamente avanzadas han echado mano de la llegada de gente a sus tierras en búsqueda de oportunidades, la cuestión aquí es el gran desbarajuste legal por donde se cuela quien no debe entrar y el doble discurso de integración: Se pide y se exige integración pero no se dan las herramientas efectivas para tal, es entonces cuando sucede la peor de las estrategias: Dar migajas a través de las falsas ayudas sociales, que no son así, para mantener un discurso que ya resulta no tanto creíble sino "increíble". No se permite al inmigrante salir de ése círculo, se le perpetúa y se le insta a estar en él. Este modelo se ha ido extendiendo a otras clases ciudadanas: Mujeres en paro, gente de mediana edad en paro o con empleos pero con salarios irrisorios e irreales, jubilados, en fin, todo ése cúmulo de gente que estamos resultando invisibles. Para los gobiernos, es más fácil dar un dinero -poco, pero a fin de cuentas dinero- que escarbar en las razones de la miseria y de la exclusión y trazar mecanismos y ofrecer herramientas para salir de ella y permitir que la gente sea independiente. Parece ser que la independencia económica para la burocracia, no es buen negocio, es más fácil crear y seguir extendiendo la miseria con una red programada para que la gente, la población siga creyendo que es inútil y sólo se es alguien a la vera del Estado.

lunes, 16 de mayo de 2011

El falso estado de bienestar español o la mendicidad programada

El día quince de este mes ha habido un punto de inflexión en la sociedad española. Un grupo de jóvenes decidió hacerse visible y plantar cara a una situación que resulta fatídicamente rabiosa: La imposibilidad de tener un futuro porque un grupo de gobernantes y banqueros lo han decidido así sentados detrás de sus escritorios, mientras conversan sobre los números del paro y lo que les puede afectar desde el punto de vista político y partidista de cara a las elecciones municipales, la masa de desempleados. La protesta no sólo coincide con la campaña electoral, que está siendo descolorida y desabrida, cuyos mítines no están siendo multitudinarios como lo eran otrora, sino escasamente poblados de ilusos. La gente ya no se cree cuentos e historias. La juventud española ha perdido la capacidad de sorprenderse y de creer en milongas de unos más que cuestionados políticos y economistas de tres al cuarto. Ya esos discursos "socialistoides" y "derechoides" (que me perdone la Real Academia Española de la Lengua por estas licencias por no poder tener una palabra más aceptable) en los que se pregona que "les mueve la ilusión" o "que lo que les importa eres tú" están siendo no sólo maníos sino insultantes. También coincide la protesta con la detención de Dominique Strauss-Khan director del Fondo Monetario Internacional en Nueva York, por un presunto caso de abuso sexual entre otros delitos. Strauss-Khan, socialista francés, es el icono, la demostración del vacío de valores y de liderazgo, de la mierda que ha llenado la gran cloaca que son los gobiernos actuales.
La manifestación, que se ha organizado a través de las redes sociales y que parecía destinada al fracaso y cuya trascendencia no fue reflejada por los medios tradicionales, ha resultado no sólo un éxito sino el revulsivo para el inicio de algo que se puede gestar poco a poco o rápidamente, según las circunstancias. La rabia se ha apoderado de la juventud y de la sociedad española. A la marcha, no sólo se ha sumado gente joven, sino también personas mayores, jubilados, padres, madres, hijos, familias enteras que tienen que vivir escasamente de las ayudas sociales, como una suerte de mendicidad programada por parte del gobierno para justificar sus "avances" en materia social. Esta mendicidad programada, nos quita la dignidad, nuestra capacidad para crear, crecer, evolucionar...Con esta premisa, el gobierno de turno ha querido tapar bocas creando un falso estado de bienestar, donde se le daba importancia a cosas que realmente no eran importantes y se decretaban leyes, se creaban ministerios, ahora desaparecidos y se sorteaba a la opinión pública atacando al otro o atacándose los unos a los otros. En el caso de las ayudas sociales, es sólo un tapabocas momentáneo y sólo las tiene quien tiene la suerte de que le sean adjudicadas y en el peor de los casos, las personas van a parar a oenegés o a Cáritas y malviven o sobreviven, según se tercie, con todos los miembros de sus familias en paro.
No me sorprenden las protestas, lo que me sorprende es que no haya pasado antes, que la gente no haya despertado antes. Llevo once años en España y en once años he visto cómo sucedían las cosas sin que nadie hiciera nada; me sorprendía, sobretodo, la desidia, la idea preconcebida con la que le habían lavado el cerebro a la gente que decía "que todo estaba bien, hay trabajo y estado de bienestar". Yo, desde luego, no lo veía así. Ya desde hacía tiempo observaba cómo esta idea resultaba provocadoramente absurda, cuando me daba cuenta de que efectivamente había trabajo, pero mal remunerado e inestable, inseguro, con jornadas incalculables, sin respeto a las normas y leyes laborales y con el handicap de una inmigración triste y pobremente programada, asistida, asimilada, incluida o excluida según se mire y utilizada cuando conviene: Para justificar el progreso social o para culparla de los desmanes de unos cuantos y que ha ocasionado toda esta debacle y pérdida de valores, donde no existe ni líder ni liderazgos, donde lo único que nos queda es la rabia.
El lenguaje, ése nuevo lenguaje de las nuevas tecnologías y que se ha forjado a través de las redes sociales y blogs, han hecho posible que se haya podido organizar una manifestación de este tipo, impensable años atrás sino estaba detrás la maquinaria de los partidos y de los displicentes y diletantes sindicatos, sindicatos que merecen una reflexión aparte al ver cómo sus dirigentes han pactado con gobierno y banca la venta de las reivindicaciones laborales para tener el culo bien sentado en la silla; la prueba de que estos últimos ya no son lo que eran, es el hecho de que la huelga que convocó UGT y CCOO hace unos meses, no tuvo la asistencia que sí ha tenido ésta, una manifestación organizada de la necesidad, este quince de mayo en cincuenta ciudades del país.
Muchos piensan que esta manifestación se quedará allí, a las puertas de la nada, yo espero que no. Se ha querido estigmatizar a la juventud en todos los ámbitos, señalándonos de vagos, poligoneros, destinados al botellón, sin aspiraciones sin futuro. Ha sido la imagen que se ha querido proyectar para desprestigiar a la generación mejor preparada de la historia de la humanidad. Es fácil este discurso, pero también es fácil ver por dónde tambalea el sistema y a ése sistema hay que darle una alternativa y esa alternativa comienza por despertar. No es fácil, no será fácil ni hoy ni mañana, pero las puertas de de la discusión, del diálogo, del intercambio de ideas empiezan a abrirse. Será un camino plagado de obstáculos, pero los obstáculos se vencen si hay unión. En este movimiento, también veo una característica que no ha habido en otras convocatorias de huelgas, protestas y manifestaciones que se han gestado en España y es el hecho de que no hay una cara conocida o visible; antes siempre se organizaba bajo el interesado amparo de partidos, políticos, asociaciones, ésta en cambio se ha gestado de la necesidad de que la rabia se haga visible, que vean lo indignados que estamos. No hay un rostro conocido y es mejor así, porque si así fuera quitaría peso y valor a las reivindicaciones.
Esto es sólo el comienzo, hay un largo camino, pero la juventud es algo más que una edad, un adjetivo o una condición: Es la necesidad de cambio, la necesidad de protestar por un futuro en el que no estemos hipotecados ni social ni económicamente y que no tengamos que ser mendigos programados para recoger las migajas que nos tira un sistema, cruelmente sádico.