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martes, 17 de mayo de 2011

La mendicidad programada

Así como existe la obsolescencia programada, también existe una nueva figura por parte de muchos gobiernos en muchas partes del mundo: La mendicidad programada. Esta figura ha ido creciendo en la medida en que se ha ido depauperando el poder adquisitivo y el crecimiento cualitativo de la población en materia de formación para su independencia. En la medida en que se ponen obstáculos al estado de bienestar y al crecimiento y mantenimiento de la clase media, los gobiernos instauran un estado de gran capa de absurda y políticamente correcta filantropía, tal que Ogro Filantrópico, con la intención de justificar sus acciones: Permitir que la gente siga en el círculo de la miseria es conseguir que ellos estén más tiempo en el poder. Una población formada e independiente, requiere más argumentos, menos milongas y más estado de bienestar, pues nadie está dispuesto a arriesgar lo que se posee. Este mecanismo es fácilmente palpable en los países en vías de desarrollo y naciones subdesarrolladas. Los gobiernos y sus estamentos no dan las herramientas necesarias para que la población tenga un acceso real al estado de bienestar, prefiere más bien ofrecer migajas y envolverlas en un falso papel de regalo que son las ayudas sociales, de esta manera, perpetúan el discurso de izquierdas en la mayoría de los casos y de derechas culpando a la izquierda. No es extraño en esos países y regiones tal implementación, lo que es extraño y preocupante, es que este sistema se esté instaurando en países desarrollados. Este fenómeno ha ido haciendo camino en algunos países, del cual España, tristemente, es su principal exponente. Se aplican ayudas sociales a todo y para todos, sin mirar si realmente se necesitan en algunos campos y sin estar al tanto o analizar otras opciones y otras alternativas. Esto deja claro y deja ver sus incapacidades como gobernantes y administradores del erario público. Esta incapacidad ha quedado patente, refleja, en los últimos doce años. Para los gobiernos y su muy alargada sombra de burocracia, es más fácil crear comisiones, ministerios, oficinas, departamentos, destinados a crear una gran red de falsas "ayudas sociales" que perpetúan la sensación de inutilidad en la ciudadanía, hasta el punto de hacerles creer que sin el Estado no se llega a ser nadie.
Esta realidad se ha vuelto lamentablemente cotidiana. Citemos el caso de los inmigrantes. La política migratoria española ha sido y está siendo letal para la convivencia, el desarrollo y la independencia de la comunidad inmigrante. La inmigración resulta positiva, altamente positiva. Las naciones más importantes del mundo y tecnológicamente avanzadas han echado mano de la llegada de gente a sus tierras en búsqueda de oportunidades, la cuestión aquí es el gran desbarajuste legal por donde se cuela quien no debe entrar y el doble discurso de integración: Se pide y se exige integración pero no se dan las herramientas efectivas para tal, es entonces cuando sucede la peor de las estrategias: Dar migajas a través de las falsas ayudas sociales, que no son así, para mantener un discurso que ya resulta no tanto creíble sino "increíble". No se permite al inmigrante salir de ése círculo, se le perpetúa y se le insta a estar en él. Este modelo se ha ido extendiendo a otras clases ciudadanas: Mujeres en paro, gente de mediana edad en paro o con empleos pero con salarios irrisorios e irreales, jubilados, en fin, todo ése cúmulo de gente que estamos resultando invisibles. Para los gobiernos, es más fácil dar un dinero -poco, pero a fin de cuentas dinero- que escarbar en las razones de la miseria y de la exclusión y trazar mecanismos y ofrecer herramientas para salir de ella y permitir que la gente sea independiente. Parece ser que la independencia económica para la burocracia, no es buen negocio, es más fácil crear y seguir extendiendo la miseria con una red programada para que la gente, la población siga creyendo que es inútil y sólo se es alguien a la vera del Estado.

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