Seguidores

lunes, 16 de mayo de 2011

El falso estado de bienestar español o la mendicidad programada

El día quince de este mes ha habido un punto de inflexión en la sociedad española. Un grupo de jóvenes decidió hacerse visible y plantar cara a una situación que resulta fatídicamente rabiosa: La imposibilidad de tener un futuro porque un grupo de gobernantes y banqueros lo han decidido así sentados detrás de sus escritorios, mientras conversan sobre los números del paro y lo que les puede afectar desde el punto de vista político y partidista de cara a las elecciones municipales, la masa de desempleados. La protesta no sólo coincide con la campaña electoral, que está siendo descolorida y desabrida, cuyos mítines no están siendo multitudinarios como lo eran otrora, sino escasamente poblados de ilusos. La gente ya no se cree cuentos e historias. La juventud española ha perdido la capacidad de sorprenderse y de creer en milongas de unos más que cuestionados políticos y economistas de tres al cuarto. Ya esos discursos "socialistoides" y "derechoides" (que me perdone la Real Academia Española de la Lengua por estas licencias por no poder tener una palabra más aceptable) en los que se pregona que "les mueve la ilusión" o "que lo que les importa eres tú" están siendo no sólo maníos sino insultantes. También coincide la protesta con la detención de Dominique Strauss-Khan director del Fondo Monetario Internacional en Nueva York, por un presunto caso de abuso sexual entre otros delitos. Strauss-Khan, socialista francés, es el icono, la demostración del vacío de valores y de liderazgo, de la mierda que ha llenado la gran cloaca que son los gobiernos actuales.
La manifestación, que se ha organizado a través de las redes sociales y que parecía destinada al fracaso y cuya trascendencia no fue reflejada por los medios tradicionales, ha resultado no sólo un éxito sino el revulsivo para el inicio de algo que se puede gestar poco a poco o rápidamente, según las circunstancias. La rabia se ha apoderado de la juventud y de la sociedad española. A la marcha, no sólo se ha sumado gente joven, sino también personas mayores, jubilados, padres, madres, hijos, familias enteras que tienen que vivir escasamente de las ayudas sociales, como una suerte de mendicidad programada por parte del gobierno para justificar sus "avances" en materia social. Esta mendicidad programada, nos quita la dignidad, nuestra capacidad para crear, crecer, evolucionar...Con esta premisa, el gobierno de turno ha querido tapar bocas creando un falso estado de bienestar, donde se le daba importancia a cosas que realmente no eran importantes y se decretaban leyes, se creaban ministerios, ahora desaparecidos y se sorteaba a la opinión pública atacando al otro o atacándose los unos a los otros. En el caso de las ayudas sociales, es sólo un tapabocas momentáneo y sólo las tiene quien tiene la suerte de que le sean adjudicadas y en el peor de los casos, las personas van a parar a oenegés o a Cáritas y malviven o sobreviven, según se tercie, con todos los miembros de sus familias en paro.
No me sorprenden las protestas, lo que me sorprende es que no haya pasado antes, que la gente no haya despertado antes. Llevo once años en España y en once años he visto cómo sucedían las cosas sin que nadie hiciera nada; me sorprendía, sobretodo, la desidia, la idea preconcebida con la que le habían lavado el cerebro a la gente que decía "que todo estaba bien, hay trabajo y estado de bienestar". Yo, desde luego, no lo veía así. Ya desde hacía tiempo observaba cómo esta idea resultaba provocadoramente absurda, cuando me daba cuenta de que efectivamente había trabajo, pero mal remunerado e inestable, inseguro, con jornadas incalculables, sin respeto a las normas y leyes laborales y con el handicap de una inmigración triste y pobremente programada, asistida, asimilada, incluida o excluida según se mire y utilizada cuando conviene: Para justificar el progreso social o para culparla de los desmanes de unos cuantos y que ha ocasionado toda esta debacle y pérdida de valores, donde no existe ni líder ni liderazgos, donde lo único que nos queda es la rabia.
El lenguaje, ése nuevo lenguaje de las nuevas tecnologías y que se ha forjado a través de las redes sociales y blogs, han hecho posible que se haya podido organizar una manifestación de este tipo, impensable años atrás sino estaba detrás la maquinaria de los partidos y de los displicentes y diletantes sindicatos, sindicatos que merecen una reflexión aparte al ver cómo sus dirigentes han pactado con gobierno y banca la venta de las reivindicaciones laborales para tener el culo bien sentado en la silla; la prueba de que estos últimos ya no son lo que eran, es el hecho de que la huelga que convocó UGT y CCOO hace unos meses, no tuvo la asistencia que sí ha tenido ésta, una manifestación organizada de la necesidad, este quince de mayo en cincuenta ciudades del país.
Muchos piensan que esta manifestación se quedará allí, a las puertas de la nada, yo espero que no. Se ha querido estigmatizar a la juventud en todos los ámbitos, señalándonos de vagos, poligoneros, destinados al botellón, sin aspiraciones sin futuro. Ha sido la imagen que se ha querido proyectar para desprestigiar a la generación mejor preparada de la historia de la humanidad. Es fácil este discurso, pero también es fácil ver por dónde tambalea el sistema y a ése sistema hay que darle una alternativa y esa alternativa comienza por despertar. No es fácil, no será fácil ni hoy ni mañana, pero las puertas de de la discusión, del diálogo, del intercambio de ideas empiezan a abrirse. Será un camino plagado de obstáculos, pero los obstáculos se vencen si hay unión. En este movimiento, también veo una característica que no ha habido en otras convocatorias de huelgas, protestas y manifestaciones que se han gestado en España y es el hecho de que no hay una cara conocida o visible; antes siempre se organizaba bajo el interesado amparo de partidos, políticos, asociaciones, ésta en cambio se ha gestado de la necesidad de que la rabia se haga visible, que vean lo indignados que estamos. No hay un rostro conocido y es mejor así, porque si así fuera quitaría peso y valor a las reivindicaciones.
Esto es sólo el comienzo, hay un largo camino, pero la juventud es algo más que una edad, un adjetivo o una condición: Es la necesidad de cambio, la necesidad de protestar por un futuro en el que no estemos hipotecados ni social ni económicamente y que no tengamos que ser mendigos programados para recoger las migajas que nos tira un sistema, cruelmente sádico.

No hay comentarios: